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Retos de nuestra crisis energética

Hay que superar los monólogos y las alternativas parciales
y plantear la visión de un portafolio energético integral.

ODÓN DE BUEN RODRÍGUEZ*

México, país con amplia capacidad petrolera por cerca de un siglo, se encuentra en una encrucijada energética. Por un lado, su producción petrolera desciende y se hace más cara; por otro, los precios que tienen que pagar los usuarios finales (en particular los de los sectores productivos) aumentan; por otro más, aumenta la demanda casi de manera desenfrenada en el sector de transporte.

En este contexto las discusiones parecen concentrarse en monólogos que defienden alternativas particulares como únicas (como los nucleares y los que favorecemos a las energías renovables) y son pocos los que defienden una perspectiva más amplia, es decir, los que plantean la visión de un portafolio energético integral.

Bajo esta perspectiva y sin pretender en este escrito establecer de manera amplia y balanceada las alternativas, me permito anotar lo que considero pueden ser elementos de ese portafolio energético integral y algunos comentarios sobre las dificultades para hacerlos posibles:

Ampliar las reservas y la producción de hidrocarburos. De acuerdo a información pública, las reservas probadas actuales de petróleo de México son apenas suficientes para mantener el nivel de producción actual por menos de 10 años. Igualmente, de acuerdo a información pública, se considera que hay reservas de petróleo que no pueden ser aprovechadas porque se ubican a profundidades de varios kilómetros y Petróleos Mexicanos no tiene ni los recursos ni la capacidad tecnológica para explotarlos. También se dice que quienes tienen la tecnología son empresas internacionales que solo comparten la tecnología cuando se comparte el riesgo y los beneficios de la exploración. Igualmente, aparece el factor incertidumbre (y, en alguna medida, el fantasma de la crisis de 1982 que se generó por la cáida de los precios del petróleo luego de un proceso de gran endeudamiento para tener capacidad de exportación a un mercado que cambió al iniciar la década de los ochentas) que puede poner en duda el hacer inversiones tan importantes. Finalmente, hay políticos con gran influencia que dicen que no se pueden permitir las asociaciones de riesgo en la exploración y explotación petrolera en México.

Aprovechar cabalmente el potencial de aprovechamiento de energías renovables. Aún cuando representan potenciales significativos, que son competitivos en costo y que están presentes en el discurso del Ejecutivo y del Legislativo, el hecho es que en México el aprovechamiento de la energía del viento, de los aprovechamientos minihidráulicos, de la bioenergía y de la energía solar avanzan lentamente por las barreras que se ponen en su camino, particularmente por privilegiar los intereses de los monopolios estatales y porque en la visión de quienes están involucrados en el sector (dentro del Ejecutivo, el Legislativo y actores privados con gran influencia) consideran quelas alternativas que representan las energías renovables son caras y que sólo resuelven marginalmente el problema.

Detener la demanda de gasolina. Más allá del crecimiento de la capacidad de refinación en México (y en muchas otras partes del mundo en desarrollo) y del hecho de que el 40% de la gasolina se vende con subsidio en México (se compra en Estados Unidos a precio local de mercado y se vende en México a precio controlado) es ya necesario establecer políticas públicas sólidas y de largo plazo que favorezcan el transporte público sobre el transporte individual. Sin embargo, en México, además de que se ha privilegiado la infraestructura para el transporte individual, se ha permitido la importación de decenas de miles de autos de segunda mano. Desafortunadamente este es un asunto donde, en el ámbito federal, nadie parece tener facultades específicas (la Secretaría de Energía no las tiene) y se depende de decisiones de autoridades locales.

Modernizar la infraestructura de procesamiento de hidrocarburos. Es muy significativo que en el año de 2007 se llegue a un récord de importaciones de gasolina de 40% del consumo nacional. Esto, por supuesto, se debe a un insuficiente crecimiento de la capacidad de refinación local pero también a una creciente demanda resultado del abaratamiento del crédito para la compra de automóviles. Sin embargo, desarrollar capacidad de refinación es sumamente caro, al grado de que el problema del crecimiento de la capacidad de refinación se extiende hasta Estados Unidos donde no se han construido nuevas refinerías en más de diez años (y donde el crecimiento de capacidad se ha dado por medio de renovación de las refinerías existentes). Esto en buena medida se debe a que, hasta hace unos tres años, la incertidumbre de precios del petróleo era muy alta y los márgenes del negocio de la refinación eran muy pequeños. Hoy día esa incertidumbre sigue viva aunque los precios del petróleo sólo parecen ir para arriba (como lo hicieron entre 1973 y 1981).

Avanzar en el desarrollo de biocombustibles. Con la entrada en vigor de una versión mejorada de la ley relacionada a la bioenergía se abre la posibilidad de aprovechar el enorme potencial energético de la bioenergía (el cual se ha estimado en más del 50% de la producción actual de energía primaria). Esto requiere, por supuesto, una visión y una estrategia de largo plazo que incluya el desarrollo de capacidades locales de investigación y de desarrollo tecnológico alrededor de los equipos que permiten aprovechar esa energía.

Regular el crecimiento de la demanda de energía en edificios. De manera callada, escondido en las estadísticas del sector eléctrico como “mediana industria”, el crecimiento del consumo de electricidad del sector servicios (que ocurre, primordialmente en edificios) ha ido creciendo al mismo paso que el propio sector (que ha tenido tasas de crecimiento mayores que el de toda la economía y que del sector industrial desde que empezó el presente siglo). Así, cada año se añade nueva demanda eléctrica de edificaciones que son construidas sin la aplicación de regulaciones que limiten su demanda eléctrica (que, según nuestras estimaciones, ya llega ser cerca del 25% del consumo total de electricidad). A esto hay que añadir que el elemento más determinante del consumo de energía de un edificio (que es su envolvente) no se modifica por la vida útil del inmueble, el cual fácilmente supera los 30 años.

Reducir barreras a la generación distribuida. Sin ser una alternativa energética, la generación distribuida representa un nuevo arreglo en la red eléctrica que permite aprovechamientos pequeños en las propias instalaciones de los usuarios y que puede no sólo resolver las necesidades de esos usuarios sino también alimentar y fortalecer a la propia red eléctrica. En este sentido, la posibilidad de tener conexiones que permitan, al mismo tiempo, recibir y entregar energía a la red puede ser más económico no solo al usuario (lo que puede hacer rentable su inversión) sino al propio sistema, esto en la medida de que se reducen las pérdidas de transmisión y distribución y de que localmente se puede aprovechar no solo la energía eléctrica generada sino también el calor que se produce (el cual, a su vez, puede ser aprovechado para calentar fluidos o generar frío a través de sistemas de absorción).

Mantener y mejorar la capacidad tecnológica en energía nuclear. Sin ser en lo personal un convencido de la energía nuclear como solución (específicamente porque tengo serias dudas sobre el manejo por miles de años de residuos muy peligrosos) el hecho es que México ya opera una planta nuclear, que la energía nuclear es una alternativa, que la tecnología sigue evolucionando y que los cuadros especializados en el tema en el país están envejeciendo. Por lo mismo, en México se debe mantener y renovar la capacidad tecnológica en el tema.

En fin, que los retos son tan grandes como las oportunidades. Igualmente, y como decía por allí un empresario californiano que se dedica a vender vehículos eléctricos: “una crisis es algo que es terrible perder”. Ojalá que México no la pierda.

 

... el aprovechamiento de la energía del viento, de los  minihidráulicos, de la bioenergía y de la energía solar avanzan lentamente por las barreras que se ponen en su camino
y porque en la visión de quienes están involucrados en el sector (dentro del Ejecutivo,
el Legislativo y actores privados con gran influencia) consideran las alternativas
que representan las energías renovables son caras y que sólo resuelven
marginalmente el problema.

 

*Es ingeniero mecánico-electricista por la UNAM y maestro en energía y recursos por la Universidad de Barkeley, California. Fue responsable de la dirección general de la Comisión Nacional para el Ahorro de Energía (Conae) de 1995-2003. Actualmente es presidente de Energía, Tecnología y Educación, ENTE S.C., y dirige el proyecto de Transición Energética.
(demofilo@prodigy.net.mx, www.funtener.org)

 

Energía a Debate es una revista bimestral de análisis y opinión de temas energéticos,
editada por: Mundi Comunicaciones, S.A. de C.V.