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El surco

La burocracia acaba con Pemex y empobrece más a los mexicanos.

MARIO HERNÁNDEZ SAMANIEGO

Dice así el diccionario de la Real Academia: “Echarse uno en el surco. Frase fig. y fam. Abandonar una empresa o trabajo por pereza o desaliento.” Digo yo: Abandonar una empresa o trabajo por pereza, desaliento, ignorancia, incompetencia, temor o interés.

¿Que tienen de parecido un surco y Pemex? En que lo que comenzó como vereda, llegó a carretera y está terminando en surco.

Le ha pasado lo que a tantas y tantas oficinas de gobierno. Los asuntos se tramitan a la antiguita a pesar de colas cada vez más largas frente a las ventanillas. ¿Y que se hace? Abrir más ventanillas. Y aquel acomedido e ingenuo burócrata que se atreva a proponer un cambio en el sistema automáticamente se convierte en enemigo público y si bien le va sale botado a la oficina de Chacaltianguis, o en el peor de los casos a la calle, porque primero muertos que simplificadores.

Bueno, sí, dirá usted, ¿pero que tiene que ver esto con Pemex? Digámoslo de esta manera: ¿Qué tiene que ver esto con Pemex y directamente con usted y conmigo? En que Pemex sigue trotando por el mismo surco de precios cada vez más altos de gasolina y demás petrolíferos extraídos de nuestro propio petróleo; y todavía más, a sabiendas de que pagamos más por ellos que los vecinos del norte que los producen con nuestro petróleo. Esto se ha dicho y repetido hasta la saciedad y los millones de afectados como usted y yo seguimos como si nada. ¿Por qué? Porque nos han tomado la medida, pisado la sombra, perdido el miedo y no hacemos nada. Somos capaces de armar bronca por la ley del ISSSTE o por la despenalización del aborto o por apoyar al presidente “legítimo”, o por decenas de cosas intrascendentes, pero somos incapaces de pararnos de manos a reclamar lo caro que cuesta sobrevivir a los millones de paisanos miserables, en buena medida por lo caro de productos sacados de nuestro propio petróleo. A continuación algunos jarritos de gasolina al carbón del anafre para ver si agarra calor.

Con reservas de petróleo llegándonos a la rodilla invertimos 10 mil millones de dólares al año en exploración y producción y sólo reponemos el 6 a 7% de las reservas probadas y todavía nos damos el lujo de exportarlo a lo salvaje al tiempo que importamos gasolina y petroquímicos y miles y miles de chácharas que se fabrican con los petroquímicos, a grado tal que valen más dólares las importaciones de los derivados que las exportaciones del poco petróleo que nos queda.

Importamos cada día más gente (algo menos que la que exportamos) para hacer trabajos que puede hacer la que exportamos. La prensa habla de 10 mil chinitos en Pemex. (Pemex lo niega, obviamente, pero ha habido chinos, coreanos, tailandeses, alemanes, americanos.) Y he aquí a los 1,200 funcionarios de alto nivel de Pemex contratando mantenimiento a expensas de técnicos y trabajadores petroleros despedidos o jubilados prematuramente, y los pocos ingenieros que quedan, en lugar de pisar fuerte se van por el surco del ahí se va, el contratista que responda, ¿yo por qué?; total si los dueños ni chistan, para qué sudar la gota gorda. ¿Y las refinerías operando a tres cuartos de capacidad y las plantas petroquímicas a menos de la mitad? “Total, si como hasta ahora los dueños siguen haciendo mutis, vámonos por el surquito; a la mejor si por andar de ofrecidos pasa algo y no ligamos el próximo sexenio”

Ya se malbarataron los equipos de perforación a particulares y desaparecieron más de trescientas brigadas de exploración para que ahora esos particulares nos hagan el favor de explorar y perforar en busca de petróleo. ¿Y? Pues las reservas van que chutan para abajo y según nuestros administradores no va a quedar más remedio que contlapacharnos con compañías petroleras que sí la hacen, dándoles una buena tajada del petróleo que se produzca y nos quede algo.

¿Y en qué se han convertido las ganancias de habernos explotado con los precios de los productos de nuestro propio petróleo, y de la explotación de yacimientos a todo lo que dan, aun a sabiendas de que con ello, la mitad o más del petróleo se quedará cautivo embarrado en la roca y arenas de los yacimientos que lo contienen? En gasto corriente y en despilfarros de los gobiernos de los estados, naturalmente.

Una última reflexión para ver si alguien se anima a poner el grito en el zócalo para ver si nos escucha algún ángel redentor. Los altos precios de los productos no son mas que una forma velada de imponer impuestos discriminatorios que afectan más al pobre que al rico. La luz, el transporte, el gas y hasta el agua que se extrae con energía eléctrica, inciden mas intensamente en el presupuesto del pobre. Las autoridades no lo han querido reconocer, pero cada vez que suben los precios de los petrolíferos, sube el costo de las tortillas, de la luz, del transporte y de la producción industrial. Todo esto quiere decir que al pobre lo condenan a ser más pobre quienes por omisión nuestra controlan los precios de los combustibles porque no han sabido o querido manejar finanzas despetrolizadoras. Pero los ricos y poderosos que bien saben sacarle raja al fisco, insisten: “que reforma fiscal ni que nada, tenemos el mejor sistema recaudatorio del mundo.”

Y seguramente mientras desciende un ángel redentor a salvarnos, seguirá la élite petrolera y hacendaria permitiendo que sus achichincles transiten despreocupadamente por el surco.