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Pasado y presente en el ahorro y uso eficiente de la energía

Conviene utilizar y actualizar los trabajos de ahorro de energía que han sido la base de los éxitos institucionales en la materia.

GERARDO BAZÁN NAVARRETE*

La organización del Sistema Energético Mexicano se ha caracterizado por manejar solamente la oferta energética. Los arreglos institucionales y las bases jurídicas se han orientado a la oferta. El manejo de la demanda se trató por primera vez en la Propuesta de Lineamientos de Política Energética de 1976, documento que sentó las bases para la planeación energética moderna en el país.

El ahorro y uso eficiente de la energía se constituyó en uno de estos lineamientos estratégicos de la política energética nacional, orientando el ahorro de energía al aumento de competitividad y en la mayor duración de nuestros recursos naturales con el resultado de liberar recursos de inversión hacia otras actividades prioritarias.
A fines de los años ochenta, se elaboró el primer Programa Nacional de Ahorro y Uso Eficiente de Energía que a la fecha sigue vigente. Este programa consistió en realizar un balance de energía para conocer la oferta y la demanda de energía en México. Se conoció la estructura del consumo y se obtuvo el potencial de ahorro que se detectó y que se reproduce en la figura que acompaña este artículo.

El objetivo de dicho programa fue el de promover el ahorro y uso eficiente de la energía en su producción, distribución y utilización final, sin afectar la actividad productiva ni deteriorar la calidad de vida.

Se establecieron sus estrategias en dos niveles que fueron:

Primer nivel: Eliminación del desperdicio en la producción, distribución y uso de la energía con inversión mínima y máximo aprovechamiento (corto plazo de 3 a 4 años).

Segundo nivel: Cambio tecnológico hacia procesos y técnicas más eficientes en el uso de la energía (mediano y largo plazo más de 4 años).

En lo referente a instrumentos, se trabajó teniendo en mente que el beneficiario y final responsable del ahorro y uso eficiente de la energía debe ser el consumidor. Para apoyar este esfuerzo se requirió una actividad coordinada y congruente en medidas de: orientación y concientización, jurídico administrativas, fiscales y financieras y de asesoría técnica.

Si bien el manejo realista de precios y tarifas de los energéticos tiene efectos positivos para el ahorro y uso eficiente de la energía, este instrumento no debe ser utilizado en forma coercitiva. Su efecto tiende a perderse en el tiempo. El incremento de precios es un incentivo al ahorro, prepara un marco adecuado para el cambio de hábitos de consumo, pero debe complementarse con medidas estructurales que ataquen los orígenes del problema del desperdicio y consigan un cambio permanente en los actos de consumo.

Se establecieron las características y metas del programa, en el que se consideró que el programa fuera (1) prioritario y permanente, (2) de cobertura nacional, (3) con metas específicas, (4) flexible y (5) integral.

ANTECEDENTES

Al establecerse el programa nacional mencionado, se concluyó la necesidad de la formación de un organismo nacional encargado de la tarea. Como antecedente a este organismo, existió desde 1979 una dependencia de la Comisión Federal de Electricidad, dedicada a actividades de promoción del uso racional de la energía eléctrica. Este órgano fue el primer arreglo institucional especializado con el que en el sector eléctrico se promovió el uso eficiente de la energía, siendo el antecesor del Fideicomiso para el Ahorro de Energía (FIDE), institución que se consolidó bajo el dirección del Ing. Mateo Treviño Gaspari a partir de los años noventa.

Asimismo, en 1983 la empresa paraestatal Petróleos Mexicanos creó un programa institucional de ahorro energético, formando una gerencia con el propósito específico de coordinar el programa al interior de la empresa, aunque hay que comentar que en esta empresa ya existían grupos dedicados al ahorro y uso eficiente de la energía.

Fuera de estos antecedentes, se iniciaba a nivel nacional el proceso de incorporar en la programación actividades tendientes a abatir el desperdicio energético. Sin embargo, la crisis económica hizo necesario profundizar más las medidas de austeridad en el sector público, por lo que se decidió posponer la creación del Centro Nacional de Ahorro Energético, establecido en el programa, otorgándole sus facultades y funciones a la Dirección General de Investigación y Desarrollo de la Secretaría de Energía, Minas e Industria Paraestatal (SEMIP).

Este arreglo, de carácter transitorio, operó desde 1985. A través de la actividad de esa dependencia estatal, se promovieron acciones en las industrias paraestatales para la formación de unidades de ahorro energético en las principales industrias, por lo que el arreglo institucional se llevó al nivel de unidades al interior de las empresas, mecanismo de alta eficiencia para la elaboración, implementación y seguimiento de los programas institucionales correspondientes.

Un paso más fue dado en 1987, al crearse la primera unidad energética dependiente del Gobierno del Estado de Nuevo León, lográndose así una descentralización del esfuerzo. Dicha unidad llevó adelante, con la industria y los servicios del estado, un singular número de actividades de promoción, entrenamiento y apoyo técnico. Este esquema de descentralización hacia los estados de la República se consolidó al crearse las unidades de ahorro energético en los estados de Aguascalientes, Coahuila, Guanajuato y Sinaloa.

También fue indispensable sobrepasar la transitoriedad de los arreglos institucionales actuales para cubrir a todos los sectores usuarios y todo el territorio nacional. Las actividades se orientaron en las siguientes áreas: (a) Acciones promocionales: (1) unidades estatales y (2) reuniones, seminarios y conferencias; (b) Compromisos gubernamentales: (1) programas sectoriales de ahorro y (2) programas internos de ahorro en empresas estatales; (c) Acción de subprogramas: (1) diagnóstico y planeación, (2) sectores intensivos en consumo de energía, (3) instrumentos y medidas vinculadas al ahorro, (4) programa de comunicación social a los diferentes sectores sociales y (5) apoyo técnico al usuario.

En los años noventa, se consolidó la Comisión Nacional para el Ahorro de Energía, el cual trabajó en programas para la implementación del Horario de Verano y los programas de ahorro de energía en edificios públicos y en equipos eléctricos. En 1999, se publicó el decreto por el que la CONAE obtuvo su autonomía operativa y presupuestal.

Así, en el transcurso de los años se estructuraron muchos esfuerzos que sentaron las bases para un exitoso esfuerzo de ahorro de energía que ha tenido grandes beneficios para el país. Hace una década se implementaron dos programas de alto impacto, el Horario de Verano y las Normas Oficiales Mexicanas (NOMs) para diversos equipos eléctricos. Ambos han sido muy exitosos en términos de lograr una reducción significativa de la demanda de energía eléctrica.

También lo ha sido el programa de venta de lámparas ahorradoras que ha promovido el FIDE, así como otros esfuerzos que este fideicomiso ha coordinado con la industria nacional. Así, gobierno, sociedad y empresas trabajan juntos para que la energía se use de manera más eficiente.

ALGUNAS CONCLUSIONES

Hacia el futuro, se tienen las siguientes conclusiones y recomendaciones:

¾ Como se puede observar, existen trabajos muy interesantes que conviene utilizar y actualizar para sacar provecho de las inversiones que en su momento se realizaron.

¾ Los planes nacionales de muchas naciones establecen como una alta prioridad al ahorro y uso eficiente de la energía como un elemento de seguridad energética, por lo que conviene hacer lo mismo en México.

¾ Debe dársele mayores atribuciones a la CONAE, asegurando un presupuesto adecuado para sus actividades.

¾ Deben establecerse estímulos fiscales para la inversión en equipo que conduzca al ahorro energético.

*Es profesor titular de matemáticas en la UNAM y coordinador del Centro de Información del Programa Universitario de Energía (PUE) de la UNAM. Ha trabajado en el sector energético por más 38 años. Ha representado a México en diferentes reuniones internacionales sobre energía y medio ambiente. (gbazan@servidor.unam.mx)