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Energía a debate, Julio-Agosto 2008

 

El impacto de los altos precios
del petróleo sobre los productores

 

Las compañías petroleras deben adaptarse a nuevas realidades
o correr el riesgo de retroceder o incluso desaparecer.

 

BenjamÍn GarcÍa PÁez*

 

La situación actual de la industria petrolera depara un desafío estratégico a sus participantes, particularmente a productores que tienen que evaluar costosas inversiones en proyectos que comúnmente promedian una vida económica de 25-30 años, como sucede en segmentos de márgenes como la refinación. (1) De manera que si una compañía petrolera desea dar una respuesta planeada a esos retos por venir, tiene que reconocer al menos cuatro verdades crudas:

1. La acelerada demanda mundial de energía, explicada no sólo por factores demográficos, sino también por el dinámico crecimiento económico en países emergentes como China e India;

2. La permanencia de los combustibles fósiles como fuente principal de energía primaria por varias décadas adelante y todas las consecuencias que ello implica;

3. La declinación del petróleo fácil, es decir, de la oferta de crudo proveniente de pozos convencionales y el desplazamiento a los hidrocarburos de alto costo; y

4. Niveles crecientes de emisiones de CO2 ante la debilidad e inconsistencia de los esfuerzos por mitigar la emisión de gases efecto invernadero.

Estas “verdades incomodas”, sin embargo, no sólo deparan retos, sino  también oportunidades. La tecnología será clave tanto para satisfacer la demanda futura de energía como para controlar emisiones. Paradójicamente, para que las fuerzas del mercado funcionen,  se requerirá más regulación. Los gobiernos tendrán que jugar un papel crucial en asegurar que consumidores e industria respondan de manera efectiva, pero, sobre todo, en el diseño de políticas que reduzcan emisiones y alienten tanto la inversión en nuevas tecnologías como la conservación energética.

En esta reflexión, sin embargo, nos referiremos al impacto de los altos precios petroleros resultantes de esos hechos duros, tanto a nivel corporativo como de la macroeconomía.


EFECTOS MICROECONÓMICOS

Altos precios petroleros y recesiones económicas son hermanos gemelos y el vínculo ha sido confirmado en las recesiones económicas de 1973 y 1979, en las que el incremento de precios jugó un papel clave. Ante un aumento inusual de los precios de una mercancía como el petróleo, la principal preocupación es el doble efecto inflacionario que ello provoca:

- La erosión de los beneficios corporativos debido al aumento del precio de  la materia prima principal y,

- La presión inflacionaria vía costos a que inevitablemente conduce al alza de tasas de interés y el recorte del gasto de los consumidores y de los inversionistas.

Sin embargo, mientras que los precios petroleros pueden provocar trastornos económicos de corto plazo, las consecuencias para los grandes productores de crudo, públicos o privados, son más amplios, pues inevitablemente obliga a cambiar su visión y modelo de negocios si realmente se quiere prosperar y sobrevivir una crisis.(2)

Si bien es cierto que barriles de petróleo superiores a 100 dólares por barril han fortalecido la posición financiera de los grandes productores, particularmente de aquellos independientes, éstos tienen que desarrollar un gran esfuerzo para mantener el nivel de reservas e incrementar producción, pues ello es estrechamente observado por los mercados financieros que toman a los niveles de reservas económicamente recuperables como el principal determinante de largo plazo del valor de las acciones y bonos.

En virtud de lo anterior, aunque no enteramente, en México se perfila una reforma energética, mientras que en otros países productores se han tomado acciones para racionalizar la producción de sus pozos petroleros y así asegurar la capacidad de control de la oferta global de crudo. De manera simultánea, los crecientes precios petroleros han vuelto necesario y urgente el desarrollo de fuentes energéticas renovables para mantener la seguridad de la oferta.

La combinación de todos estos factores no sólo ha vuelto atractiva la generación energética no petrolera, sino que también ha revelado las debilidades tanto en los modelos de negocio actuales como en los flujos de ingresos de largo plazo de las grandes compañías petroleras.

 

MODELOS DE NEGOCIO

Dados esos desafíos, ¿cómo pueden las grandes compañías petroleras como Petróleos Mexicanos (Pemex) sobrevivir y fortalecerse en el futuro? La solución más obvia parece ser encontrar y desarrollar nuevas reservas –por supuesto, es más fácil decirlo que hacerlo toda vez que la mayoría de las reservas petroleras fácilmente extraíble han sido ya identificadas–.

En ese escenario, la producción incremental tendrá que provenir de áreas cada vez más difíciles de desarrollar. Por ejemplo, explotar arenas bituminosas e hidratos de gas presionará las capacidades empleadas de capital, equipo y personas. Aun los yacimientos de hidrocarburos convencionales y prolijos se localizan en aguas profundas o locaciones remotas costa fuera.

Frecuentemente, los desafíos ambientales se asocian al desarrollo de esos campos, impactando costos. Sin embargo, con los niveles de precios prevalecientes, ahora los productores pueden decidir la exploración y desarrollo de campos previamente considerados financieramente inviables y, por esa vía, elevar sus reportes de reservas y el valor de mercado de  sus negocios.

Explotar esas reservas petroleras, no obstante, requerirá inversiones en nuevas innovaciones tecnológicas, como la exploración espacial para el uso de tecnologías de perforación remota, las tecnologías satelitales, etcétera. Por consiguiente, se necesita un enfoque equilibrado entre el incremento de reservas y la minimización de beneficios por costos mayores en los ámbitos de la refinación y la petroquímica. De cualquier manera, en el largo plazo, conforme se reduce el número de pozos rentables, no todos los grandes negocios petroleros serán capaces de asegurar su futuro mediante ese modelo de negocios.

Una opción alternativa para los grandes productores de crudo es transformarse en verdaderas empresas energéticas y, por lo tanto, beneficiarse del crecimiento dinámico de la economía baja en carbono. La fabricación de turbinas eólicas, electricidad fotovoltaica, geotermia, biomasa, celdas de combustibles, etcétera, abren un rango más amplio de opciones energéticas a la industria petrolera, las cuales pueden ser aplicadas rápidamente.

Para la instrumentación de la alternativa anterior, los grandes productores parten de una posición ventajosa pues están establecidos en el mercado,  pero tendrán que invertir más en tecnologías limpias y en las personas capaces de desarrollarlas.

Sin embargo, el desarrollo de energía baja en carbono depende de un precio petrolero alto por dos razones. El capital requerido para la inversión en investigación y desarrollo e infraestructura sólo fluirá, por un lado, si los precios petroleros permanecen altos y volátiles y, por otra, si los productos de energía baja en carbono son competitivos bajo ese mismo escenario de precios.

Tanto los grandes productores de hidrocarburos ya establecidos como los nuevos entrantes a la industria petrolera tienen que ser conscientes de los vastos volúmenes de inversión requeridos para abastecer a los mercados en los próximos años, atribuibles a la obsolescencia de la infraestructura, campos extenuados, nuevos cambios en el patrón de consumo, así como la necesidad de mejoras en seguridad y la oferta de productos de mejor calidad.

 

VISIÓN Y RESTRICCIONES

En países productores como México, no es suficiente un cambio de dirección del modelo de negocios. Esto tiene que ser adoptado por el principal accionista, el gobierno, a nombre de los ciudadanos nacionales, incluyendo inversionistas, directivos y operarios.

Con finanzas públicas fortalecidas por las circunstancias de mercado, México tiene que abandonar actitudes conservadoras y evaluar la canalización de una parte de los ingresos al desarrollo de fuentes de energía renovables y así asegurar la oferta energética en la era post-petróleo y, más cercanamente, la etapa como exportador neto de crudo. Para lograrlo, los grandes productores requerirían reeducar los mercados sobre sus reservas energéticas, midiendo éstas en términos de megajoules (MJ) y de kilowatts hora (kWh).

Otra alternativa es que se acepte que el mercado energético está cambiando para bien. Con la dinámica reciente los países productores de petróleo se han fortalecido, pero ellos necesitan acceso a especialistas y a plataformas más complejas y onerosas para extraer sus reservas.

Para satisfacer esta última necesidad, Pemex tendría que posicionarse como compañía de servicios petroleros y sustituir la importación de los mismos. En la medida que los ingresos y la demanda de servicios petroleros tienen que disminuir en el largo plazo, el posicionamiento como proveedor de servicios petroleros y energéticos, en general, tiene que ser parte de la solución mayor que requiere estar contenida en el proceso actual de reforma.(3)

Por otra parte, la instrumentación efectiva es tan importante como la estrategia correcta, y en esa perspectiva las empresas petroleras como Pemex necesitan superar diversas restricciones de recursos.

Esto va más allá de las reservas petroleras. La enorme inversión de capital requerida, tanto para el desarrollo de fuentes energéticas alternativas como el descubrimiento de nuevas reservas petroleras, es una problemática real. De hecho, ello pudiera obligar la elección entre las dos estrategias: transformarse gradualmente en empresa energética o proveedora de servicios corporativos.

El otro recurso escaso son las personas, en una etapa donde una gran proporción del personal directivo y operativo más capacitado en la industria petrolera o bien ha sido enviado a casa o se aproxima a su retiro. Se percibe un número insuficiente de nuevos entrantes que proporcionen el conocimiento, la experiencia y habilidades necesitadas para el futuro.

Para asegurar a las personas más capacitadas e idóneas para explotar las nuevas reservas, las empresas tienen que desarrollar una estrategia de formación profesional que, aparte de intensificar la capacitación a piso de planta, suscriba vínculos con instituciones de educación superior, principalmente en las carreras técnicas funcionales.

 

CONCLUSION

Las menguantes reservas petroleras existentes han suscitado diferentes respuestas por parte de los productores, las cuales han ido desde esquemas de nacionalización hasta reafirmación de mecanismos y principios que permitan ejercer un control más férreo sobre sus reservas.

En función del tamaño y composición de las reservas de hidrocarburos y de quien ejerza el control y la propiedad de los recursos, varían las opciones de los grandes productores: aprovechar las reservas probadas, ir por las últimas reservas de crudo no convencional y/o diversificar las líneas de negocios –invertir en energía renovable o ser especialista en servicios corporativos, a manera de ejemplos–, en una perspectiva de volverse una empresa energética y, lo más importante, garantizar la seguridad energética del país en el caso de las compañías nacionales.

Al margen de la estrategia final que decidan, los grandes productores de petróleo deben ser conscientes de que lo que venden es energía. En virtud de ello, es importante prepararse para asegurar el muy largo plazo y para ello una condición necesaria es convencer a los mercados financieros mundiales que comiencen a medir sus negocios en términos de MJ o kWh, pues ello otorgará un incentivo adicional para acelerar esos procesos de transformación integral.

No está de sobra acotar que el fracaso en transformarse, puede derivar en que algunos grandes productores de crudo sean relegados al rol de compañías de servicios petroleros, incapaces de proteger y crecer el tamaño y naturaleza de sus negocios, o desaparecer para siempre.

 

Pies de nota:
(1) Excepto que el proyecto se evalúe en términos del valor de las importaciones que se eviten o sustituyan. 
(2) La presión en los precios petroleros ha sido mantenido hasta hoy por tensiones geopolíticas combinadas con restricciones en la capacidad de proceso para mantener la oferta global por debajo de la demanda efectiva. Algunos subrayan que los altos precios petroleros harán disminuir la demanda y de esa manera reducir los precios. Otros argumentan que el consumo, la producción y las capacidades de refinación son relativamente inelásticas en el corto plazo, sosteniendo ulteriores incrementos de precios. (OECD-FAO Agricultural Outlook 2008-2017).
(3) No habría que soslayar que los nuevos entrantes enfrentaran una intensa competencia de los servicios ya establecidos.

1 Profesor del Postgrado en Economía de la UNAM (garpaez@servidor.unam.mx).

Energía a Debate es una revista bimestral de análisis y opinión de temas energéticos,
editada por: Mundi Comunicaciones, S.A. de C.V.