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Energía a debate, Enero - Febrero 2009
 

Reforma = oportunidad

 

En el 2009, habrá que implementar la reforma en Petróleos Mexicanos
de manera que se traduzca en proyectos y beneficios para el país.

 

David Shields*

 

El 28 de noviembre pasado, el Presidente Felipe Calderón promulgó siete decretos que constituyen la reforma energética más amplia que se ha legislado en muchas décadas. Sin duda, era urgente actualizar la industria energética nacional, sobre todo la petrolera. Estos decretos establecen una larga lista de desafíos para mejorar y modernizar a Petróleos Mexicanos (Pemex) y para reorganizar el sector energético en general.

La mayoría de las disposiciones de la reforma ya entraron en vigor, entre ellas, las que se refieren a la autonomía de Pemex para tomar decisiones de inversión y para aplicar un nuevo régimen de contratación de obras. Sin embargo, será en el transcurso del 2009 cuando se podrán ver las primeras acciones y resultados. Será necesario actuar en diversos frentes y formular y aprobar numerosos reglamentos para que la reforma se convierta en realidades tangibles.

 

 

LOS PLAZOS DE LA REFORMA

Las nuevas leyes también fijan plazos para que ocurran diversos eventos críticos, como la creación de nuevas autoridades, reglamentos y planes de negocios, así como la instalación de consejeros y reguladores. En forma resumida, el calendario de eventos críticos es el siguiente:

Dentro de los 30 días siguientes a la entrada en vigor de la reforma –plazo que habrá vencido al momento de publicar este artículo–, el Ejecutivo Federal enviará al Senado los nombramientos de los consejeros profesionales de Pemex. Quince días después de su ratificación, el nuevo consejo de administración quedará integrado.

Dentro de 90 días, el Ejecutivo nombrará a los cinco consejeros de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, el nuevo regulador de las actividades de exploración y producción petroleras. En los 90 días posteriores, Pemex deberá entregar la información y documentación que requerirá esa comisión para llevar a cabo su trabajo.

Dentro de los 180 días siguientes a la promulgación de la reforma, Pemex deberá formular un plan estratégico integral de negocios que incluya un programa para apoyar el desarrollo de proveedores y contratistas nacionales. Asimismo, deberá instalarse el Consejo Nacional de Energía, organismo que coordinará la planeación energética a largo plazo.

En un plazo máximo de un año, el director general de Pemex deberá plantear un programa de reestructuración del organismo, basado en los principios de racionalidad administrativa y eficiencia y reducción de costos. Una vez aprobado por el consejo de administración, el director general deberá informar al Congreso sobre las metas y acciones que se deriven de su aplicación.

Por lo tanto, más allá de las diferentes opiniones y valoraciones que pueda suscitar esta compleja reforma, no cabe duda de que sus alcances son ambiciosos y sus implicaciones son profundas para la administración pública federal.

 

REORGANIZACIÓN DE PEMEX

El gran reto por delante será aplicar la reforma de manera que se traduzca en proyectos y beneficios para el país. La reforma es un punto de partida para la reorganización y redefinición de procesos en Pemex y del sector energético en general, que obliga ahora a un período de trabajo intenso para aterrizar los cambios en frentes muy diferentes. Es un desafío de gran magnitud y de un alto grado de dificultad, que requerirá liderazgo y un trabajo disciplinado por parte de las autoridades.

En épocas recientes, los gobiernos en turno se quejaban de la falta de una reforma energética, que era su pretexto para entregar resultados deficientes y no hacer nuevos proyectos y cambios profundos. Ahora, la reforma, aun con sus limitaciones, brinda opciones y flexibilidad para mejorar resultados y realizar cambios importantes. Habrá que implementarla con un trabajo intenso para aprovechar la oportunidad.

Quizás la principal virtud de la reforma es que concede a Pemex mucha flexibilidad en aspectos clave de su quehacer. Un reto fundamental es el que plantea el Artículo 15 transitorio de la Ley de Pemex, que instruye al director general de Pemex a elaborar, en un plazo de un año, “un programa de reestructuración del organismo, basado en los principios de racionalidad administrativa y eficiencia para evitar la duplicidad de actividades y reducir los costos de operación, así como para aumentar la eficiencia de y entre las áreas corporativas, los organismos subsidiarios y las estructuras administrativas y operativas regionales.”

Tan sólo esa disposición abre la posibilidad de reinventar Pemex casi en su totalidad, tarea que, sin duda, atraerá la atención del nuevo consejo de administración y sus siete comités. De hecho, a través de ese artículo, la reforma sí toca (aunque sea indirectamente) al sindicato de Pemex, porque los conceptos de racionalidad y eficiencia deben obligar a una racionalización del personal, tanto sindicalizado como de confianza.

 

NUEVO ESQUEMA DE CONTRATACIÓN

No es menor el reto que plantea la reforma en materia de contratación de obras y servicios. En este tema, los legisladores aprobaron un esquema que es muy preciso al definir lo prohibido (contratos de producción compartida, asociaciones, derechos de terceros sobre las reservas petroleras y preferencias en la compra de petróleo, etcétera), pero también muy flexible en lo permitido, lo cual resulta apropiado ante la necesidad de contar con un régimen de contratación que mejore los resultados de las obras y servicios.

Un ejemplo de esa flexibilidad es que los contratos de obra prevén incentivos en casos de rápida ejecución de los proyectos, transferencia tecnológica y en “otras circunstancias atribuibles al contratista que redunden en una mayor utilidad de Petróleos Mexicanos y en un mejor resultado de la obra o servicio.”

Los contratos permitirán a las partes “realizar modificaciones a los proyectos por la incorporación de avances tecnológicos, por la variación de precios de mercado de los insumos o equipos utilizados en las obras, o por la adquisición de nueva información obtenida durante la ejecución de las obras”.

Esta flexibilidad tiende a fortalecer la relación entre Pemex y sus contratistas, con miras a mejorar la participación de éstos y propiciar el éxito de las obras. Ahora, sin embargo, habrá que aterrizar estos cambios en un régimen especial de contratación para Pemex, que deberá no sólo ser más práctico y funcional que las leyes de obras y adquisiciones que hoy se aplican, sino también propiciar la elaboración de contratos específicos y diferentes para cada tipo de obra.

 

REVERTIR EL DETERIORO

Queda por verse si la reforma será suficiente para revertir fenómenos de deterioro operativo estructural, como la caída de las reservas y de la producción petroleras. La recién publicada Prospectiva de Petróleo Crudo 2008-2017 plantea un escenario, quizás muy optimista, en el que se espera mantener la producción de crudo en 2,909,000 barriles diarios –o sea, cercana a niveles recientes–en promedio entre 2008 y 2017.

La realización de ese pronóstico –dice la Prospectiva– depende de factores como el éxito de la actividad exploratoria, la disponibilidad y el ejercicio oportuno de los recursos asignados, tanto financieros y técnicos, la capacidad de ejecución de Pemex y la disponibilidad de equipos, suministros y servicios de acuerdo a las necesidades de ejecución de los proyectos.

La reforma es un marco para que Pemex se ponga a trabajar en muchos temas diferentes. Debe contribuir a una mejora en los factores antes mencionados. Tiene que convertir en realidades la autonomía presupuestal y financiera, la reestructuración interna, el nuevo régimen de contratación y la construcción de una nueva refinería.

El presidente Calderón pudo haber propuesto mucho más, incluyendo cambios constitucionales, pero si hubiera propuesto algo mucho más audaz, posiblemente no se habría aprobado nada. Se logró lo que políticamente era viable obtener. Se plantearon las bases para un mejor Pemex, sin que sea un Pemex radicalmente diferente, como algunos hubiéramos querido. Ya tenemos la reforma. Es hora de trabajar en ella.

• Director general de esta revista (energía_adebate@yahoo.com.mx)

Energía a Debate es una revista bimestral de análisis y opinión de temas energéticos,
editada por: Mundi Comunicaciones, S.A. de C.V.